Cuando el mosto se convierte en vino.
Memorias de otoño en Gavilanes
Noviembre, el mes donde el mosto se convierte en vino.
En noviembre ya está toda la uva en las bodegas, cada una en su depósito para proceder a la fermentación de la misma. Este es el proceso por el que la vid se convierte en vino, los azúcares son fermentados por las levaduras y convertidos en alcohol; es decir, ahora es cuando se produce la magia en las bodegas con su propio sonido y su propio olor….
Ese olor de bodega que me transporta 25 años atrás, correteando por la bodega de mi abuelo Ufe, entre las tinajas de barro y artilugios que no se para que se utilizaban, pero que en época de vendimia hacían mucho ruido y todas funcionaban a la vez.
Tinajas de barro que a día de hoy seguimos conservando. Se utilizaban desde la fermentación hasta la crianza de los vinos. En alguna ocasión mi abuelo decía; «me voy a correr el vino”. Esto para mi significaba que iba a sacar vino de la tinaja; lo metía a unos “barreñones” grandes de barro y luego lo introducían en cántaras. Cuando bajabas a la bodega ahí lo podías encontrar sentado en un banquito de madera y extrayendo de estas tinajas vino, no recuerdo si lo metía en otra o directamente lo sacaba, pero esta expresión la utilizaba mucho. Antes de ir a comer también pasaba por la bodega y traía una jarra blanca de porcelana llena para tomarse “un chato” mientras comía, y otras veces con sus amigos y familiares probando la cosecha del año, aunque creo yo que era más por gusto que por trabajo!!!
Esto mis padres no lo saben pero siempre me dejaba probar un poco, y lo tomaba de postre cuando él pelaba un melocotón y lo metía en el vaso de vino, ¡estaba riquísimo! pero claro era muy pequeña para aficionarme al vino de pitarra.
Vino que gustaba mucho y que tenía un sabor propio, proporcionado por las uvas que lo hacen, de viñas que habían sido cuidadas durante todo el año con mucho mimo. Esos toque dulces de los azúcares residuales, azúcares que no llegaban a fermentar por los cambios tan bruscos de temperatura, y porque era una fermentación no controlada, vino típico de pueblo hecho en tinajas con mucho alcohol y mucho azúcar, pero sobre todo con mucho amor. Era vino para la familia, que a día de hoy aún recuerdo por su sabor y su aroma…..
Si quieres conocer más sobre las historias que hay detrás de los vinos de Gredos (como el que hacía mi abuelo) te invito a que te unas al club de Enogredos, donde no solo catamos vino si no que conocemos los relatos que hay detrás de cada una de las bodegas de esta zona vitivinícola tan poco conocida como es Sierra de Gredos.